
detenidamente al tiempo
y temía olvidarte.
Alguien sin duda me observó
desde el balcón de mi soledad
y me envió una carta.
No una carta de papel.
Fué una carta sin palabras,
fué el viento que cerro mis ojos
y me hizo recordarte.
Fué aquél perro
moviéndome su cola.
Fué la jacaranda de color vivo.
Así la tarde se convirtió en noche,
el viento en oxígeno,
y yo en el remitente
de mi ser vivo.
Me gusta la idea de una carta en blanco. Y es que todo es una carta en blanco que se escribe con lo que vemos. Saludos, siempre.
ResponderEliminarJorge Leroux
Me encantó, me encantó. A veces la hoja en blanco te dice más que la letra viva.
ResponderEliminarGracias.
PADRE RECONOCER QUE EL SILENCIO TAMBIEN HABLA NO HAY DUDA
ResponderEliminarAl borde de las lagrimas...así, con la piel erizada y el corazón sobresaltado...un grito ahogado y un suspiro que susurra...has leído mi alma con tu poema!!!....GISSELLE.
ResponderEliminarcomplices de la misma pasión...LAS LETRAS QUE HABLAN!!
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