jueves, 29 de abril de 2010


EL PODER DE LA DANZA.


Cuando un cuerpo baila,

no hay trueno ni frío

que lo detenga.


La lluvia en complicidad

se integra al calor

en un ritmo celestial.


No hay piel

que se le resista

ni corazón

que lo ignore.


El reloj hace del tiempo

un metrónomo

de latidos.


Los pies

alardean por si solos.


Pero bailan más los ojos...


Incitando a bailar

al mundo entero.



FELIZ DÍA INTERNACIONAL DE LA DANZA.

domingo, 25 de abril de 2010

TODA NOCHE PUEDE SER CANCIÓN

Una noche común,
Con el silencio ensordecido
disfrazado tras la ventana…
Llegó una canción.

Se postró entre mis manos
que obligaron a levantarme por la guitarra,
Ya juntos los tres, platicamos…

Hablamos del amor y de lo difícil
Que es a veces guardar silencio,
De la nostalgia, la soledad.

Después de algunas horas
Y escuchar el cantar de un gallo citadino,
La noche era una hermosa mañana,
Mis manos discípulas de mis cuerdas de nylon,
Un silencio, notas blancas, negras, semicorcheas
Volando en el aire y regresando una y otra vez
A mis pulmones.

Finalmente la canción se puso de gala
Vestida con palabras de una noche de musa
E interpretada por un cuerpo lleno de voz
Y armonía.


Dedicado con amor y admiración al cantautor Héctor Cantú.

lunes, 19 de abril de 2010

SOBRE EL BALCÓN


Llovía de manera triste, despacio, como una agonía, esta tarde estuve más torpe de lo común, había quebrado tres intentos de cafés.


Me aferro como ven a hablar del pasado, para que recordar lo que ésta tarde hice, para que contarles que he quebrado más tazas en una hora que tu en un año, pero mi presente corre como atole de mi abuela.


Recuerdo, luego de asomarme al balcón a ver la lluvia, un joven me miraba, parecía estarme esperando, pero no conozco a nadie aquí, a veces en medio de mi soledad, ni siquiera yo me reconozco.


Perdón les decía, estaba ahí, abajo cruzando la cera, con su mirada perdida, omnipresente en mi pasado viviente, con unos ojos profundos, tan profundos que sentía que podía caer al vacío de sus ojos negros.


Di un paso atrás, su mirada me impresionó pero la curiosidad no me dejaba, di nuevamente el paso, miré y ahí seguía, insistente, paralizado, la avenida se había quedado vacía, parecía que junto a su ser había parado el tiempo para observarme, también me detuvo sin duda, quise nuevamente retroceder pero ya estaba perdida en sus ojos que me absorbían como papel a la lluvia.


No se cuanto duró hasta que vi pasar los carros nuevamente a mi rescate, pude moverme, retrocedí, quise dar la media vuelta y meterme a la cama, estaba aterrada, pero no hay peor cosa que ser miedosa y curiosa al mismo tiempo, volví a mirar y ya no estaba, saqué casi medio cuerpo del balcón y nada, ni siquiera se veía su lejano cuerpo, su cabello largo, su cuerpo blanco y sombrío.


Llegué asustada al teléfono, quise llamar, pero recordé mi soledad, mi valentía, mi independencia que a gritos dice: “no necesito de nadie”.


Un buen pedazo de pan me calmó las ansias, diez minutos de televisión local y su porquería me quitaron el temblor de mis piernas inconstantes.


Salí ya más tranquila al balcón, pero no estaba, me reí pensé que la soledad podía volverme loca.

Así que salí a caminar por la calle húmeda, olvidé mi suéter y hacía frío, pero sirvió para ponerme alerta, dilatar mis poros, mis pupilas, mi intuición.


Esperaba en el semáforo que parecía nunca cambiar, y así pasaron horas de segundo, así llamo a los segundos que duran eternidades, y cuando por fin el rojo cambió su color la calle se había quedado sola, más sola que mi alma, podía escuchar las buenas tardes que susurraba el viento, el llanto de un fantasma atropellado en la misma calle, las burbujas que viajaban y su reventar, podía oler como huelen los perros a su dueño en la tempestad; Crucé la calle en horas de segundo y antes de llegar sentí nuevamente su mirada que atrapaba mis pasos, su mano rodeó mi brazo tembloroso y al voltear de súbito ahí estaba, frente a mi y haciendo mi cuerpo inmóvil, sentí un frío interno ,como al igual que aquella tarde que detuvo el tiempo y los carros detuvo mi sangre, mi corazón, mi saliva que viajaba a través de mi garganta, detuvo mi escalofrío, mi temblor, y mi cuerpo para ser mirado.


A la mañana siguiente buscaba desesperadamente la calle donde había muerto mi cuerpo y observaba en el balcón, duré horas esperando mi ser curioso asomarse una vez más como cada tarde que degustaba de verme antes de morir, pero nada, seguro intentaba por tercera o cuarta vez tomar un café.


Y divagaba entre la lluvia ¡ahí está!, ¡ahí estoy!, observando con miedo al pasado, que más da si antes fue hombre o mujer, que más dan mis ojos y los tuyos no ven mas allá de lo que son y fueron.


Vi como retrocedo, me aferro a vivir y vi otra vez como quieres cruzar la calle que siempre te espera al despedirte y darte las buenas noches.

lunes, 12 de abril de 2010

ALGUIEN ME ENVIÓ UNA CARTA,

Esa tarde, observaba
detenidamente al tiempo
y temía olvidarte.

Alguien sin duda me observó
desde el balcón de mi soledad
y me envió una carta.

No una carta de papel.


Fué una carta sin palabras,
fué el viento que cerro mis ojos
y me hizo recordarte.


Fué aquél perro
moviéndome su cola.

Fué la jacaranda de color vivo.

Así la tarde se convirtió en noche,
el viento en oxígeno,

y yo en el remitente
de mi ser vivo.

martes, 6 de abril de 2010

TEXTURA LUNAR



Esta noche huele a soledad, a insomnio,
a palabras amorfas que salen a la fuerza del teclado,
que tienen vida propia y sufren.


Esta noche sabe a amor que desquebraja,
a canciones que no dejan dormir,
a piel que esta olvidando amar
secándose en sus propios poros.


Noche de textura lunar,
y el cantar de los grillos,
noche de cobijo innecesario.
Y pensar que ya no quiero pensar.


Esta noche tiene poesía
artificial en sus estrellas terrestres
que se ven por el balcón.


Y Huele sin duda al silencio,
que interrumpe el susurro de palabras
que quieren ser,
y sabe, a lo que huele
la tierra mojada.