sábado, 28 de agosto de 2010

Agujero


Un grito que despertó a mi piel inundó la habitación, el grito aquél rebotaba en las paredes y daba golpes de remate en las ventanas, me provocó un zumbido que poco a poco fue ensordeciéndome, entonces vi una esquina del techo desquebrajarse, formó un gran agujero por el que la oscuridad entró, rayos negros fueron asesinando la luz, corrí hacia donde pude ver claridad, luego me di por vencida, la oscuridad entraba, primero tocó mi mano, luego mi pecho, mis pies, rodilla, labios, nariz, algo de mi quedaba aún como luciérnaga en mi piel, pequeñas manchas de luz que la oscuridad lamió finalmente para concluir su obra, en pocos segundos dejé de existir, nadie pudo verme, nadie me escuchaba, ¿ así es la muerte ?... Luego un ojo asomado que brillaba por su color blanquirojo parpadeó tan fuerte que cayeron pedazos de muro y un agujero nuevamente se abrió, dando paso a la luz tenue de una veladora.

Lo entendí todo, esa no es la muerte, es la vida que se asoma al inframundo, es la agonía.

jueves, 12 de agosto de 2010

PROFECÍA


No hay más muro entre tú y yo
que una almohada de vez en cuando
atravesada por el mal sueño.

Si quiero callar mis ganas de besarte,
quizá el grillo de mis desvelos
susurre en tu oído, pues
me besas bendita profecía.

Que hay de nuestro amigo el tiempo,
al pasar nos guiña un ojo
y cada año es mejor día a día,
entonces llega un poema
futurista (¿De nuevo me besas?)

Y lo haces...

No sé cómo, pero tu piel me dice ahora
que transpira por demás en la sábana,
y soplo bendita profecía
entre tu cuello, tu barbilla y tu mirada.

lunes, 2 de agosto de 2010

EN EL ESPEJO


Llegar a ésta casa fría, ver mis flores artificiales, muebles caros y fotografías me hace sentir tan vacía como ella.

Estoy cansada de verme al espejo, me recuerda lo hermosa y joven que fui, mi presente solo realza la fealdad y vejez.

Vivo sola, no tuve hijos, mis padres murieron hace más de doce años en un accidente en carretera y mi pareja me dejó hace cuatro años.

Es difícil quitarme éste maquillaje, y no lo digo porque se adhiere a la piel, sino por ser mi escudo que uso en la guerra de cada mañana. Por las tardes cuando llego aquí frente al espejo, comienzo por los ojos y me doy cuenta que son menos profundos, que los párpados mueren por cerrarse y por las mañanas amanecen tan hinchados que me estorban para ver; Luego sigo con mi boca y veo que son uniformes al color de mi piel, cafés, arrugados, desérticos.

Es terrible que la gente me diga lo bien que me veo, que aún soy joven, pero quién de ellos me ha visto aquí en ropa interior, frente al espejo y sin maquillaje, es fácil hablar. (Se aleja del espejo para verse completa).

De noche extraño hacer el amor, sobre todo hoy, a menudo lo pienso desnuda con los ojos bien cerrados y alejada del espejo antes que el maldito me recuerde la consecuencia de la gravedad ( ríe muy fuerte pero con el sollozo en la punta de la lengua, subiendo las manos a sus senos y metiéndose desnuda a la cama).

- Hay Susana, mira como me tienes, soñando despierta con tu piel firme todavía y joven, muy joven.

Mira como te deseo y no estás, escucha mi respiración agitada , mira la humedad ficticia en mis sábanas, el caminar de mis manos buscándote, que profundo sentir, escucha mi respiración agitada, siente el calor, deseo tu beso, escucha mi respiración agitada, escúchala Susana aunque no estés. (Dormida entre sollozos).

Ya despierta miré el reloj y sentí haber dormido toda la noche, solo pasaron veinte minutos.

Saqué del closet la caja donde tenía los recuerdos de Susana, su foto y el vestido rojo que usaba en la fotografía, me la llevé a la cama, abracé el cuadro frío , polvoso y llorando nuevamente dormí.

Suena el reloj, las seis treinta, luego el teléfono, contesto:

- Sí, soy Susana.